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domingo, 24 de octubre de 2010

Filosofía*

Sigmund Freud


La propuesta de Sigmund Freud sostiene que:

En un comienzo se imponían los que tenían más fuerza.

Luego se impusieron los que tenían mejores armas.

Al principio, al que era vencido se lo mataba para evitar su venganza.

Luego se lo utilizó como esclavo para desempeñar tareas pesadas.

El paso de los hombres de la violencia a la justicia se atribuye cuando los hombres débiles tuvieron que unirse para pelear por los mismos intereses, se relacionaron creando lazos de afecto y solidaridad entre ellos.
A su vez los dominadores, para protegerse de los débiles, hicieron leyes, aunque los derechos que les concedían a los oprimidos eran pocos.
Estas leyes originaron una reacción de los sectores oprimidos creando, dos fuentes de inestabilidad jurídica, pero que fueron también fuentes de progreso de la justicia:

La primera fue la tentativa de algunos dominadores de volver a hacer uso de la violencia.

La segunda que los oprimidos lucharan por obtener mayor poder.

Como consecuencia la política debía adaptarse a las relaciones de poder que cambiaban permanentemente o crear un orden jurídico nuevo.
Existen varios motivos que llevan a los hombres a la guerra, estos pueden ser nobles o bajos y seguramente entre ellos se encuentra el placer de la agresión y de la destrucción.
De todas maneras la guerra es inaceptable porque:

Cada hombre tiene derecho a su propia vida

La guerra obliga al ser humano a matar contra su voluntad, quitándole la oportunidad de realizar el antiguo ideal heroico.

En un futuro, cuando los medios de destrucción se perfeccionen, llegaremos a la eliminación de uno o ambos enemigos.

La guerra destruye existencias humanas llenas de esperanzas.

La guerra es inaceptable porque cada hombre tiene derecho a su propia vida.

Para poder entender al hombre Freud lo caracteriza de la siguiente manera:

El hombre no es una criatura tierna y necesitada de amor que solo se defiende si se lo ataca.

El hombre es un ser que posee instintos y entre ellos el de agresividad.

Por lo tanto, el prójimo representa para el, no solo un posible colaborador y objeto sexual, “sino también un motivo de tentación para satisfacer su agresividad, explotar su capacidad de trabajo sin retribuirla, para aprovecharlo sexualmente sin su consentimiento, para apoderarse de sus bienes, para humillarlo, para ocasionarle sufrimientos, martirizarlo y matarlo.




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